Querétaro: del polvo de la Conquista al brillo de la élite vinícola
En el corazón de Querétaro, entre tierras que alguna vez fueron escenario de batallas coloniales, hoy brotan vides que conquistan paladares en todo el mundo. Lo que hace siglos fue símbolo de resistencia y mestizaje, hoy se transforma en una de las industrias más prometedoras: el vino queretano.



Durante décadas, hablar de vino en México era hablar de Baja California o incluso de importaciones extranjeras. Sin embargo, Querétaro, con su suelo volcánico y su clima extremo —frío en las noches, sol intenso en el día—, encontró el secreto para darle personalidad propia a cada copa.
Y no es casualidad. Las casas vinícolas de municipios como Ezequiel Montes y Tequisquiapan no solo producen botellas: construyen experiencias, levantan festivales y ponen al estado en el mapa mundial de la enología. Tanto así que, este año, el vino queretano alcanzó un reconocimiento histórico internacional, colocándolo en la mesa de las élites vinícolas.
El dato no pasa desapercibido: de ser tierra de paso en la Conquista, Querétaro ahora conquista mercados y turistas. Cada copa de espumoso, cada sorbo de tinto, es un recordatorio de cómo la historia también se reinventa… y en este caso, se bebe.
Así, Querétaro demuestra que entre viñedos y memorias, también se puede escribir futuro.
